En sus famosos cuadernos, Leonardo da Vinci dejó varias anotaciones sobre grandes inventos de los que hoy en día es considerado como precursor. Entre ellos destacan el paracaídas, el chaleco salvavidas, la bomba de agua, el automóvil, la turbina de agua, la ametralladora, el aeroplano, el helicóptero, el submarino, entre muchos otros. Algo que llamó la atención en todo esto, es que las notas estaban escritas de derecha a izquierda, como para ser leídas en un espejo.

Nunca nadie podrá saber cuáles fueron las últimas palabras de este genio. Él, sabiendo que la enfermera que lo atendía no comprendía el alemán, las pronunció en esta lengua.

Entre los diversos temas que él se dedicó a investigar estaba la electricidad. Sin embargo, como Cavendish no contaba con instrumentos para medirla, tuvo que hacerlo a través de su propio cuerpo.

La leyenda sobre la manzana de Newton es cierta. Cierto día él vio caer una manzana de un árbol y empezó a investigar sobre lo que ahora conocemos como gravedad. Sin embargo, la manzana no lo golpeó en la cabeza como muchos creen.

Thomas Alva Edison estableció una fábrica de inventos. En principio, él pensó concretar un invento cada 10 años, sin embargo, terminó realizando, en promedio, un invento cada 5 días. En total, Thomas Alva Edison es autor de cerca de 1300 inventos.

Pasteur tenía una obsesión por la limpieza que le impedía incluso estrecharle la mano a un desconocido (por temor a la suciedad). Sin embargo, él terminó estudiando las bacterias y el proceso de pasteurización.

Alfred Nobel fue el inventor de la dinamita. Pero cuando su fábrica de nitroglicerina explotó, el gobierno no le permitió reconstruirla. Él era considerado como un científico dedicado a la destrucción. Nobel recién pudo limpiar esta reputación tras su muerte, gracias a la creación de los Premios Nobel que dejó indicada en su testamento.

Mientras Alexander Graham Bell trabajaba para mejorar el telégrafo, él inventó el teléfono sin proponérselo. Sin embargo, él no tenía realmente una idea clara de su invento, por ello, hoy se considera que Antonio Meucci fue realmente el inventor del teléfono.

Ohm fue el creador de la Ley de Ohm, vital en el estudio de la electricidad. Él creó esta ley con el propósito de trascender las barreras sociales y convertirse en catedrático de alguna universidad, ya que él era solo un profesor de escuela. Sin embargo, no logró su cometido.

Rowland se dedicó a estudiar las propiedades magnéticas y la corriente eléctrica. Pero en su época él también era conocido por su falta de humildad. La tradición cuenta que cuando un abogado le preguntó a Rowland quién era el mejor física estadounidense vivo, éste le contestó “soy yo”. Cuando un tiempo después se le preguntó sobre su falta de humildad en esa respuesta, él contestó: “no pude evitarlo, estaba bajo juramento”.